Por Luis Campos [1]
EN UN PROVOCADOR texto de 1994, el desaparecido sociólogo francés Isaac Joseph planteaba que las ciudades no son dispositivos de asimilación ni operadores de integración, puesto que siempre están produciendo desigualdad, segregación y exclusión. Sin embargo, Joseph planteaba que, al mismo tiempo, las ciudades ponen en escena las preguntas por la igualdad de acceso, la pertenencia comunitaria y la ciudadanía. La razón de ello se encuentra en que la ciudad no puede evitar “hacer visibles, observables y, por tanto, susceptibles de un juicio público, las fuerzas de desagregación y de exclusión”. En otras palabras, las ciudades no pueden dejar de “revelar hasta la tensión crítica y la explosión la inconsistencia de los territorios y de las comunidades, su devenir mosaico o archipiélago” ( Joseph, 1994: 9).
Recuperar aquí la perspectiva de Joseph resulta de interés por cuanto el incendio del 12 y 13 de abril de 2014 puede ser pensado como una situación crítica y dramática a través de la que se hacen visible un conjunto de tensiones y contradicciones que atraviesan la sociedad urbana del puerto y, de forma más general, la sociedad nacional completa (Arellano, 2009; Pino y Ojeda, 2013). El proceso de reconstrucción posterior opera de modo similar, pues también nos muestra las desigualdades que afectan a un territorio singular. Además de eso, la reconstrucción nos muestra los modos y procedimientos a través de los cuales la sociedad ha decidido intervenir sobre sí misma.
Un modo de poner en escena esas tensiones y contradicciones es a través de lo que se ha denominado “escrituras expuestas”. Con esta categoría se hace referencia a un “conjunto de inscripciones tales como los slogans políticos, los tags, los graffitis obscenos o los de amor, los afiches publicitarios que adornan nuestras ciudades y coexisten con las producciones gráficas más solemnes” (Fraenkel, 2009; 158). Las escrituras expuestas ponen de manifiesto temas y contenidos relevantes para un determinado grupo, pero también atestiguan de las normas gráficas que orientan la producción de los textos y de “las relaciones de dominación de ciertos grupos sociales sobre otros” (Fraenkel, 2009; 158).
Imagen n°1. El VERGEL 55 / José Lastra S. / BUZON/ BUZON/ #55/CL 874 204 78 / ESPERO TU
AYUDA / CUENTA RUT 5,584671-5. (2014) Fuente: cortesía de Rafaela Ebel (2014).
De acuerdo con la perspectiva de Fraenkel, las escrituras expuestas pueden ser observadas a través de tres nociones: legibilidad, visibilidad y publicidad (Fraenkel, 2002, 2007, 2009). La primera de ellas remite al hecho frecuente de poder leer entre varios y a distancia; la segunda indica que este tipo de escrituras se ofrece a la mirada de todos; mientras que la tercera sugiere que dichas escrituras se presentan en diversos lugares del espacio urbano. No obstante, la autora destaca que las escrituras expuestas buscan hacer cosas sobre quienes las leen, por lo que en su análisis vale tener en cuenta también un cuarto criterio: el de performatividad.
En efecto, toda forma de escritura está dirigida a otros (Heinich, 1990), cuestión que en el caso de las escrituras expuestas se ve intensificada, ya que, a pesar de que no se trata de un destinatario específico, como en el caso de una carta o un reporte, se aspira a la lectura de muchos, de todos aquellos que se encuentren en el radio de acción del escrito. Ese radio de acción depende, por cierto, del tamaño de la escritura y del tipo de letra, pero también del emplazamiento de la escritura, por cuanto “la opción de un lugar de exposición puede conferir al escrito mismo una fuerza suplementaria” (Fraenkel, 2009; 159).
Es esa orientación hacia otros la que queda de manifiesto en el caso de la fotografía n°1. En ella vemos cómo, en lo que fue el portón de acceso a una casa, está escrito en letras mayúsculas “ESPERO TU AYUDA”. Examinando más detenidamente la fotografía, creo que es posible obtener otra información relevante de considerar respecto del proceso de reconstrucción.
En primer lugar, la fotografía ilustra sobre el nivel de daño producido: el emplazamiento de la escritura es un portón de acceso construido en hierro, sólido, no inflamable, elección que no parece casual y que es sin duda el efecto de lo que las llamas dejaron en pie. Pero ese emplazamiento entrega otras pistas. El portón da a la calle, lo que lo vuelve visible para todo aquel que transite por ella. Se trata de una calle pavimentada, cuestión nada trivial en el marco de la limitada accesibilidad de los cerros. Además, no está rodeado por otras construcciones; se encuentra relativamente aislado y eso lo vuelve singular. El tamaño de las letras asegura que el texto sea fácilmente legible. La pintura blanca escogida para realizar el escrito busca facilitar dicha legibilidad por el contraste con la oscuridad del metal. Las letras mayúsculas evitan cualquier dificultad de lectura asociada a la escritura manuscrita. En consecuencia, visibilidad, legibilidad y publicidad parecen ser criterios operantes en la producción de este escrito.
En segundo lugar, la fotografía sugiere que la “escritura expuesta” es un recurso de acción, puesto que, más allá de las motivaciones personales que tuvo la persona individualizada en el texto, vale la pena detenerse en el hecho de que, en el marco de la situación de reconstrucción, hay un conjunto de condicionantes que hacen pertinente, e incluso urgente, dirigirse a otros a través de una forma que no corresponde a ninguno de los canales oficiales. En ese sentido, el productor del escrito es un individuo que actúa públicamente[2] o, dicho con otros términos, un individuo que actúa sobre el espacio público a través de una herramienta que le parece adecuada, pertinente y, muy probablemente, necesaria en un contexto de urgencia y precariedad.
Esa orientación hacia otros supone pensar en el destinatario del texto, que se expresa particularmente en la fórmula “ESPERO TU AYUDA”. La palabra “espero” involucra la doble significación de espera y esperanza. Su formulación, en la primera persona del singular, indica que quien espera es justamente la persona individualizada en el escrito (“José Lastra S.”). El adjetivo posesivo “tu” señala que el individuo interpelado es, y puede ser, cualquiera: no el municipio ni los agentes del Estado, sino que cualquier individuo que cruce su mirada con el escrito. En esa perspectiva, la espera y la esperanza de quien escribe es, en consecuencia, por una ayuda que puede provenir de toda persona.
Junto con lo anterior, el texto exhibe otra dimensión relevante, esta vez respecto del productor de éste. Sin embargo, ello no sólo en cuanto a su orientación de acción, sino que acerca de su modo de darse a conocer: el autor utiliza su nombre propio, indica el número de su teléfono celular y el de su cuenta RUT, que corresponde necesariamente a su número de cédula de identidad. El escrito juega aquí un rol de autentificación, entregando señas de identidad que son constatables por cualquiera que lo desee. La información se pretende veraz y, de esta forma, otorga legitimidad al sujeto que individualiza. Junto con ello, el escrito sugiere que dicho individuo tiene una inserción institucional, ya que posee una cuenta en el banco, y que hace parte de redes de comunicación, por cuanto tiene un teléfono celular y dispone de un buzón para correspondencia.
Esto quiere decir que, a pesar de que el lugar donde vivía haya desaparecido –la repetición del número de la calle resulta al respecto sintomática: un empeño por mantener simbólicamente aquello que despareció en el plano material-, el habitante no ha desaparecido. Más aún, ese habitante sigue contando con ciertos “marcadores de estatus” (y a través del escrito enfatiza el hecho de contar con ellos) que lo hacen meritorio de consideración pública, aunque ya no sea de parte del Estado, sino de cualquier otro habitante que se reconozca en similares coordenadas simbólicas y de pertenencia: usuario de telefonía celular, cliente bancario, ciudadano identificable que posee un RUT.
La fotografía comentada nos sugiere que, en la acción pública de reconstrucción, el interlocutor solicitado por los afectados no es únicamente el Estado. Nos plantea también que ese afectado se presenta públicamente –al menos en algunas ocasiones- como forma individualizada, sin asociación a un colectivo, sin pretensiones de agrupación y, sin embargo, exhibiendo las marcas de pertenencia que le parecen relevantes y pertinentes para hacer parte del proceso de reconstrucción. Asimismo, el registro fotográfico da cuenta de un caso singular en que se expresan parte de las tensiones que afectan actualmente a la ciudad de Valparaíso. Aunque no es necesariamente extrapolable a otras situaciones, se trata de una pista valiosa que sugiere que los afectados por el incendio sufrieron un desastre mayúsculo, pero que, a pesar de ello, tienen capacidades de acción y organización; están en situados en coordenadas institucionales y solicitan una consideración singular de parte de un otro que puede ser el Estado o el Municipio, pero que también somos usted y yo. Tal vez sea en este último punto donde radique su valor.
Bibliografía
Arellano, N. (2009). “Historia local del acceso popular al suelo. El caso de la ciudad de Viña del Mar”. Revista INVI, 20 (54). doi:10.4067/invi.v20i54.328.
Dubet, F. (1995). “Les figures de la ville et de la banlieue”. Sociologie du Travail, XXXVII 2, 127- 150.
Fraenkel, B. (2002). Les écrits de septembre. New York 2001. Paris, Textuel.
Fraenkel, B. (2007). “Actes d’écriture: quand écrire c’est faire”. Langage et Société 121-22, 101- 112.
Fraenkel, B. (2008). “Las escrituras de la catástrofe. Práctica de escritura y de lectura en la ciudad de Nueva York en septiembre 2001”. Actuel Marx / Intervenciones 6, 157-72.
Heinich, N. (1990). Etre écrivain : rapport de l’étude, Paris, Centre National de Lettres, Association Adresse.
Joseph, I. (1994). “Le droit à la ville, la ville à l’œuvre”. Les Annales de la Recherche Urbaine 64, 5-10.
Pino, A., & Ojeda, G. (2013). “Ciudad y hábitat informal: las tomas de terreno y la autoconstrucción en las quebradas de Valparaíso”. Revista INVI, 28 (78), 109-140. doi:10.4067/invi.v0i0.660
[1]Sociólogo (Universidad de Chile), Master en Ciencias Sociales (EHESS, París) y Doctor en Sociología (EHESS, París). Académico del Instituto de la Vivienda y del Magíster en Hábitat Residencial. En sus actividades de investigación actual, aborda el funcionamiento de dispositivos de afectación sensible en el espacio público y su incidencia en la producción del territorio. Acaba de obtener un proyecto FONDECYT de iniciación sobre la relación entre el espacio y el sufrimiento.
[2]Cabe pensar en la opción de que el escrito haya sido producido por más de una persona. No cierro esa posibilidad. Sea resultado de la acción de uno o de varios –cuestión que para efectos de otro análisis puede resultar crucial-, aquí busco resaltar la orientación pública de la misma.