Por Por Felipe Salinas (Geógrafo,PUCV)
Daniela Calderón (Tesista Trabajo Social, PUCV), Catalina Vegas (Tesista Trabajo Social, PUCV), Romina Jorquera (Tesista Trabajo Social, PUCV) y Cristián Larraguibel (Geógrafo, PUCV)
LO ACONTECIDO EN abril de 2014 en Valparaíso fue sin duda alguna una muestra de la urgencia por transformar las actitudes[2] en el sistema de relaciones que existe hoy en día entre y en las diferentes organizaciones públicas, privadas y civiles al momento de afrontar situaciones de crisis, emergencias, desastres y/o catástrofes, ya que éstas, en ciertos pasajes, dificultaban los procesos de recuperación y reconstrucción de la zona afectada por el incendio. Estas dificultades se acentuaban más en el instante en que mencionadas situaciones se sitúan en territorios de alta vulnerabilidad (como lo son las zonas altas de los cerros El Litre, La Cruz y Las Cañas) que, históricamente, han sido vulnerados por el Estado y estigmatizados por la sociedad (Wacquant, 2007), impactando en los recursos comunitarios y, así, su capital social (Manzano, 2009).
Según Manzano (2009),
…en las últimas décadas se ha evidenciado un debilitamiento en los lazos sociales y, consecuentemente, una disminución de la capacidad organizativa de la comunidad. Si bien esto impacta de forma generalizada en la construcción de una ciudadanía activa capaz de incidir en los procesos de toma de decisiones, es particularmente relevante el efecto que esto tiene en las comunidades pobres y marginadas, debido a que históricamente a través de las organizaciones políticas y sociales los pobladores han solucionado sus necesidades inmediatas o han presionado al Estado por ellas (p. 139).
Lo recalcado por Manzano se refuerza por Wacquant (2007), al referir que la estigmatización social exacerba “…las prácticas de diferenciación y distanciamientos sociales internos que contribuyen a disminuir la confianza interpersonal y a minar la solidaridad local” (p. 213).
Por tanto, la capacidad y calidad de relación que se establece entre las organizaciones públicas, privadas y civiles (incluso en micro escalas) están siendo deterioradas continuamente por incapacidades del Estado y los fenómenos de estigmatización social y territorial, propios de una prejuiciosa sociedad actual. Sin embargo, existen indicios en los que se puede encontrar un momento de pausa a los procesos de debilitamiento de capital social ya mencionados[3]. Claro ejemplo de esto son las acciones posteriores en los territorios afectados por el incendio de Valparaíso.
Y es que en la ciudad de Valparaíso, y en Chile en general, se produjo un fenómeno conocido como “acción colectiva” en pos de afrontar la emergencia. Dicho fenómeno, como recalca Guadalupe (2003),
…delimita que el capital social formado por redes de reciprocidad, cooperación voluntaria y compromiso, contribuye a la formación de la comunidad. La composición de los nuevos movimientos sociales se presenta en un proceso de amalgamiento de elementos cognitivos y relaciones de poder entre los individuos, grupos y organizaciones que se interrelacionan en estructuras segmentadas y multifacéticas para constituir un colectivo (p. 6-7).
Hipotéticamente, esta acción podría ser activada por los procesos de influencia social, que, según Ovejero Bernal (2007), corresponden a
…la consecuencia de la intrusión de una información nueva, a menudo divergente, en un sistema más o menos estructurado: esta nueva información, la respuesta del otro, desencadena una actividad mental de tratamiento de la información que puede hacerse según dos direcciones:
a) La información es transformada por las estructuras existentes de tal forma que pueda ser incorporada al sistema; o b) La influencia acarrea una modificación en las estructuras existentes y en todo el sistema anterior (p. 154).
Posiblemente se haya activado la dirección (b), debido a que el imaginario colectivo que se mantenía hasta el momento de las zonas afectadas por el incendio en Valparaíso estaba estructurado en que eran territorios empobrecidos, marginales y que vivían en la constante exclusión, y el hecho de que el incendio haya quemado todo, hasta los cimientos, provocó un cambio en la actitud de las comunidades y la sociedad en general hacia estos territorios. En parte, esto puede ser gracias a que los medios de comunicación (en algunos casos, rayando en el morbo) mostraban y recalcaban constantemente la situación de precariedad y abandono en que se encontraban algunas familias antes del incendio, y que después del incendio las familias pasaron a una situación de miseria. Y es que la actitud no solamente la componen los procesos cognitivos, sino que también la protagonizan el afecto y la motivación (Ovejero Bernal, 2007), por lo que cabe destacar la capacidad de empatía de la sociedad y comunidades hacia afectados y afectadas, la cual provendría del comportamiento altruista de las personas. Asimismo, este último no necesariamente es negativo ni provendría por razones egoístas o de algún interés por remordimientos o placeres, sino que las personas ayudan porque les gusta ayudar. Citando a Lamberth (1982),
…en lugar de tratarse de un aspecto negativo del altruismo, me parece que se trata de una razón positiva para ayudar a otros. Si lo que nos produjera satisfacción fuese solamente lo que nos beneficia a nosotros mismos, me parece que el nivel ético de los seres humanos sería inferior al que tenemos cuando encontramos que ayudar a los demás es uno de los placeres que nos ofrece la vida (p. 455).
Fotografía: Nicolás Montoya (2014).
Si bien se releva esa labor de ayuda que se destaca durante los días posteriores al incendio por parte de las personas afectadas, nuestro trabajo es alejarnos de esa mera mirada y transformar esa asistencia de un momento en una acción con intencionalidad que tenga proyección en el tiempo, alejándonos así de la mirada asistencial y paternalista de ayuda y dirigiéndola hacia la promoción y fortalecimiento de las redes entre vecinas y vecinos, ya que tal actitud los posiciona como actores principales y aporta al fortalecimiento del tejido social y el reconocimiento del/la otro/otra.
Por tanto, aún se está a tiempo de naturalizar estas prácticas en las comunidades y la sociedad para mejorar el capital social y, de este modo, afrontar con mayor eficiencia las situaciones de emergencia, crisis, desastres y catástrofes. Sin embargo, esto es posible sólo si se transforman y detienen con carácter de urgencia las acciones del Estado que repercuten en la producción de estigmatización social que se encuentra en la sociedad actual.
Bibliografía
Guadalupe, J. (2003). “Teoría de la acción colectiva: sociedad civil y movimientos sociales en las nuevas formas de gobernabilidad en Latinoamérica”. Nómadas, 7, Universidad Complutense de Madrid, España.
Lamberth, J. (1982). Psicología social. Editorial Pirámide, Madrid, España.
Manzano, L. (2009). Violencia en barrios críticos. Explicaciones teóricas y estrategias de intervención basadas en el papel de la comunidad. RIL editores, Instituto de Asuntos Públicos, Universidad de Chile. Santiago de Chile.
Ovejero Bernal, A. (2007). Las relaciones humanas. Psicología social teórica y aplicada. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, España.
Wacquant, L. (2007). Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina.
[1]Reflexión elaborada a partir del trabajo realizado por el equipo de investigación del proyecto “Prototipo de atlas sociodemográfico para Valparaíso”, del Centro de Información del Territorio Regional (PUCV).
[2]Ya sean desde las concepciones multidimensionales (compuesto por lo cognitivo, afectivo y conductual) o las concepciones unidimensionales (enfatizando lo afectivo o evaluativo).
[3]A modo de ejemplo, se mencionan: actitudes de desconfianza entre pobladores/ as de un mismo barrio ante episodios de robos, estigmatización hacia pobladores/as de terrenos no regularizados (tomas), diferenciación entre pobladores/as arrendatarios/as y propietarios/as, baja participación en organizaciones comunitarias (juntas vecinales, clubes deportivos, centros comunitarios y culturales), además de estereotipos y prejuicios entre los grupos que los componen, entre otros